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lunes, 3 de enero de 2011

Rain Dogs (1985)


¡Saludos a todos!
Aparentemente, soy un broster más. Después de una introducción tan anticlimática como inmerecida, el Forkiu me pasó la clave de acceso y ya tengo todas las posibilidades para escribir huevadas acá. Quién diría.
En fin. Tras revisar el admirable repertorio de discazos ya ofrecidos por mis colegas, me di cuenta de una ausencia casi catastrófica: cero elepés del ser humano con más estilo jamás parido, Tom Waits.
Podemos definir a Waits como una versión para adultos de Bob Dylan. Mientras el segundo cautiva con voz gangosa y las más imaginativas de las metáforas, Waits canta como si un subwoofer se le hubiese atascado en el esófago de pelado y sus historias son, aunque igual de bizarras, más oscuras: al escucharlo, uno puedo imaginárselo con un séquito de roedores de escolta, borracho, en su recital interminable fragmentado en media docena de burdeles.
Y es que la calidad de ambos como cantautores es comparable, y son poquísimos los que se encuentran en esa liga. Recién en Marzo se introducirá en el Salón de la Fama del Rock and Roll, pero la excelencia de su obra siempre ha sido innegable. Si bien la mayoría de sus posturas son exquisitas - desde el alcóholico que sufre frente al piano en los 70s hasta el rockero sin escrúpulos de la última década-, hay que enfatizar su trilogía demencial de sus años Island (es irónico que sus discos menos sanos los grabó al abandonar la disquera Asylum). El primero, Swordfishtrombones, marca su inicio con la instrumentalización experimental y su atmósfera de cabaret surrealista. El tercero, Frank's Wild Years, incorpora este sonido de circo melancólico y al acordeón en todas sus facetas.
Pero es Rain Dogs su obra fundamental. En un viaje a un universo bastante menos sobrio y bastante más fascinante que el nuestro, Waits explora todos los géneros explorables con su característica musicalización poco ortodoxa, su vocalización ultra peculiar y sus narraciones majestuosas. Si bien su aceptación fue moderada en su lanzamiento, se coló en las listas de lo mejor de los ochenta con menor timidez. Hoy, es uno de los elepés más aclamados de la historia, y la verdad es que a mí también me fue imposible resistirme a sus encantos retorcidos.

Lleve no más, que es solo musiquita y no le ha de dar chuchaqui.

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